La pintura de Denise Lacarra es un campo de experimentación constante, donde el gesto y el color se despliegan en una danza entre lo espontáneo y lo controlado. Su obra se caracteriza por una gestualidad libre y un uso vibrante de la superficie, donde la acción del pincel se convierte en una forma de comunicación visceral y directa.
 

A lo largo de su trayectoria, Lacarra ha ampliado su lenguaje artístico, incursionando en la pintura expandida y la exploración de lo textil. La incorporación de técnicas de costura y ensamblaje en su práctica ha permitido una nueva aproximación a la superficie pictórica, abriendo nuevas posibilidades para la interacción entre materiales y formas.

Su enfoque en la pintura como una herramienta de autodescubrimiento sigue siendo central, pero ahora se ve enriquecido por un interés en la flexibilidad de la pintura y el tejido, fusionando ambos elementos para generar composiciones que evocan una tensión entre lo inmediato y lo duradero. Cada trazo y cada capa de color están impregnados de una sensibilidad profunda hacia el proceso, revelando la intensidad del momento creativo mientras permanece abierta a la transformación continua.